COSAS QUE PASAN
Nadie salió a despedirme
cuando me fui de la estancia
solamente el ovejero, un perro nomás,
Cosas que pasan.
El asunto, una zoncera,
un simple cambio de palabras,
y el olvido de un mocoso,
del que puedo ser su tata.
Y yo que no aguanto pulgas,
a pesar de mi ignorancia,
ya no mas pedí las cuentas,
sin importarme de nada.
No hubiera pasado esto,
si el padre no se marchara,
pero los patrones mueren,
y después los hijos mandan.
Y hasta parece mentira,
pero es cosa señalada,
que de una sangre pareja,
salga la cría cambiada.
Los treinta años al servicio,
pal’ mozo no fueron nada,
se olvido mil cosas buenas,
por una que salió mala.
Yo me había aquerenciao,
nunca conocí otra casa,
que apegado a las costumbres,
me hallaba en aquella estancia.
Sí hasta parece mentira,
mocoso sin sombra e’ barba
que de guricito andaba,
prendido de mis bombachas.
Por él, le quité a unos teros
dos pichoncitos, malaya!
Y otra vez, nunca había bajao un nido,
y por él gatié las ramas.
Cuando ya se hizo muchacho,
yo le amansé el malacara,
y se lo entregué de riendas,
pa’ que él solo lo enfrenara.
Tenía un lazo trenzao,
que gané en una domada,
pal’ santo se lo osequié,
ya que siempre lo admiraba.
Y la única vez que El patrón,
me pegó una levantada,
fue por cargarme las culpas,
que a él le hubieran sido caras.
Zonceras, cosas del campo,
la tranquera mal cerrada,
y el terneraje e’ plantel,
que se sale de las casas.
Y eso, pal’ finao patrón,
Era cosa delicada.
Y bueno, pa’ que acordarme
de una época pasada,
me dije pa’ mis adentros,
todo eso no vale nada.
Sin mirarnos, arreglamos,
metí en el cinto la plata,
le estiré pa’ despedirme mi mano,
Pa’ que apretara,
y me la dejó tendida,
cosa que yo no esperaba.
Porque ese mozo no sabe,
si un día ha de hacerle falta...
Tranqueando me fui hasta el catre,
alcé un atado que dejara,
y me rumbié pal’ palenque,
echándome atrás el ala.
Ensillé, gané el camino,
pegué la ultima mirada
al monte, al galpón, los bretes,
el molino, las aguadas,
De arriba abrí la tranquera,
eche el pañuelo a la espalda,
por costumbre, prendí un negro,
talonié mi moro Pampa,
y ya me largué al galope,
chiflando como si nada.
Nadie salió a despedirme
Cuando me fui de la estancia,
Solamente el ovejero, un perro nomás,
Cosas que pasan.
Poema de Don Víctor Abel Jiménez
Musica de Jose Larralde
Nadie salió a despedirme
cuando me fui de la estancia
solamente el ovejero, un perro nomás,
Cosas que pasan.
El asunto, una zoncera,
un simple cambio de palabras,
y el olvido de un mocoso,
del que puedo ser su tata.
Y yo que no aguanto pulgas,
a pesar de mi ignorancia,
ya no mas pedí las cuentas,
sin importarme de nada.
No hubiera pasado esto,
si el padre no se marchara,
pero los patrones mueren,
y después los hijos mandan.
Y hasta parece mentira,
pero es cosa señalada,
que de una sangre pareja,
salga la cría cambiada.
Los treinta años al servicio,
pal’ mozo no fueron nada,
se olvido mil cosas buenas,
por una que salió mala.
Yo me había aquerenciao,
nunca conocí otra casa,
que apegado a las costumbres,
me hallaba en aquella estancia.
Sí hasta parece mentira,
mocoso sin sombra e’ barba
que de guricito andaba,
prendido de mis bombachas.
Por él, le quité a unos teros
dos pichoncitos, malaya!
Y otra vez, nunca había bajao un nido,
y por él gatié las ramas.
Cuando ya se hizo muchacho,
yo le amansé el malacara,
y se lo entregué de riendas,
pa’ que él solo lo enfrenara.
Tenía un lazo trenzao,
que gané en una domada,
pal’ santo se lo osequié,
ya que siempre lo admiraba.
Y la única vez que El patrón,
me pegó una levantada,
fue por cargarme las culpas,
que a él le hubieran sido caras.
Zonceras, cosas del campo,
la tranquera mal cerrada,
y el terneraje e’ plantel,
que se sale de las casas.
Y eso, pal’ finao patrón,
Era cosa delicada.
Y bueno, pa’ que acordarme
de una época pasada,
me dije pa’ mis adentros,
todo eso no vale nada.
Sin mirarnos, arreglamos,
metí en el cinto la plata,
le estiré pa’ despedirme mi mano,
Pa’ que apretara,
y me la dejó tendida,
cosa que yo no esperaba.
Porque ese mozo no sabe,
si un día ha de hacerle falta...
Tranqueando me fui hasta el catre,
alcé un atado que dejara,
y me rumbié pal’ palenque,
echándome atrás el ala.
Ensillé, gané el camino,
pegué la ultima mirada
al monte, al galpón, los bretes,
el molino, las aguadas,
De arriba abrí la tranquera,
eche el pañuelo a la espalda,
por costumbre, prendí un negro,
talonié mi moro Pampa,
y ya me largué al galope,
chiflando como si nada.
Nadie salió a despedirme
Cuando me fui de la estancia,
Solamente el ovejero, un perro nomás,
Cosas que pasan.
Poema de Don Víctor Abel Jiménez
Musica de Jose Larralde
VÍCTOR ABEL GIMÉNEZ… “EL VASCO”.
Del sitio http://www.folkloretradiciones.com.ar
Muchos galardones ha ganado Víctor Abel Giménez en su larga trayectoria como autor poeta y periodista, un defensor permanente de nuestro patrimonio folklórico. Pero el más importante es el de perdurar con cada una de sus canciones en la memoria colectiva de nuestro pueblo .Muchas de sus más de 200 canciones casi íntegramente dedicadas al repertorio surero tienen la particularidad que en cada trazo de su pluma se refleja la vida y los personajes que habitaban en la zona. Así desfilan “El pampa Rosendo”, “Un peón, Segundo Molina”,”Pulpería La colorada”, “Le decían Vidalita”, “Las mellizas” entre otros.
Su nombre pasó a ser recuerdo, cuando el público lo reconoce simplemente por “El vasco”, debido al cariño que supo granjearse como animador de festivales en Victorica, Lobería, Leones o el Festival de doma y folklore de Villa María. El recitado lo tuvo entre los elegidos, mientras creaba programas de neto corte nativista en radio y televisión tanto como guionista o conductor. Libretista de “Surcos estelares Hanomag” en radio El mundo, “Fiestas gauchas de La hoja” en radio Belgrano y Splendid, todos ciclos señeros en el género.
Verborrágico pese a su octogenaria edad, siempre orgulloso de su nacencia y heredad siempre presenta en primer lugar a su pueblo, cuna de un amor inquebrantable a nuestras tradiciones.
-Yo nací en un pueblo de campaña que llamaban Arbolito. Gracias a Reguera, quien le puso música a la canción hace muchos años que la gente tomó conocimiento que había un pueblo en la geografía bonaerense que se era llamado así por sus habitantes porque en los mapas nunca recibió esa denominación. Cuentan que mi abuelo cada vez que venía de su chacra en el campo, ensillaba y anunciaba –“Me voy a Arbolito”- nunca decía –“Voy a Coronel Vidal”- Tal vez ese recuerdo me haya impulsado a tomarme el atrevimiento de hacer la huella titulada “Soy de Arbolito”. Siempre me pareció más humilde que afirmar “Soy de Coronel Vidal”-.
-Hace unos años lo han rebautizado en los carteles.
-Sí un día un intendente (hoy fallecido), me llama en Vidal y me dice sonriente - “Se te cumple un viejo anhelo”- ¿Cuál será? Me pregunté yo.-“Vasco, siempre quisiste que se llame Arbolito el pueblo…Bueno, acaban de aprobar la ordenanza para que se lo denomine Coronel Vidal y entre paréntesis Arbolito”-Imagínese que alegría después de tantos años poder pertenecer a un pueblo donde su nombre perduró en la memoria de la gente y no en el que dicen los mapas. Aunque me radiqué en Mar del Plata, no paré hasta ir a vivir al campo durante 6 años. Ansiaba ver el amanecer, disfrutar como las sombras iban escapándose para hundirse vaya a saber donde, ocuparme de todas las tareas a que está abocado el paisano de campo y a eso le debo….una hermosa hernia de disco. Todo por hacer trabajos que tendría que haber hecho 30 años antes (se ríe abiertamente)
-Sus canciones son vivencias…
-¡Seguro! Algunas que el destino me hizo vivir y otras por involucrarme en las que vivieron otros. Todo está indicado en la vida. Si le hice versos al carrero por ejemplo es porque he visto a alguien llevar esa profesión con tanto orgullo que me emocionó o yo he probado la experiencia. Me parece muy atrevido hacer una zamba si ser del norte o una tonada sin ser de Cuyo, pero si esta se hace con el respeto y la gracia de ser argentino es aceptable.
-¿Le gustaría escuchar más recitadores en los medios?
-Más me gustaría que salgan nuevos decidores, no recitadores. Yo aprendí a decir no a recitar. Hay muchísima poesía criolla que no llegó a la grabación. Le estoy diciendo con la sapiencia que me dan los años.
-¿Pensó en escribir un libro sobre esas experiencias?
-¡Ah! Si otro lo puede escribir, (se ríe), yo hablo diez días seguidos. Pero no es una tarea fácil porque yo voy contando anécdotas a medida que las recuerdo, sin un orden cronológico, y termina siendo un rompecabezas. Quien sabe…
-¿Conoció a Abel Fleury?
- Sí. Nos unía un amigo común de apellido Carlomagno. Lo conocí cuando Abel era guitarrista de Fernando Ochoa, pionero si los hubo en el folklore. Hacía un programa que iba los jueves a la noche y los domingos a la mañana donde se reunían todos los folkloristas de esa época: Martínez –Ledesma, las Hermanas Simón entre otros. Abel Fleury con su guitarra era respaldo de la poesía que decía Ochoa. Un día Abel cayó por mis pagos a saludar a Carlomagno y a pedirle que le busque alojamiento porque había llevado el escuadrón y por ahí escaseaba. Un día me lleva Carlomagno y le dice -“Acá te traigo un muchacho que le gusta cantar, digamos que le gusta mucho la música como arte…y es de buena familia”- un agregado importante en ese tiempo para la presentación. Imagínese a los 18 años uno tiene aquello de la inocencia. Yo me conformaba con ir a cebarle mate. Un día el estaba tocando su guitarra en la pieza, me animé y le dije-“Don Abel, profesor, maestro yo sé un tango suyo”-“¡Ah! ¿Sí? “-me dijo y empezó a hacer acordes y yo a cantarlo entero. Y el siguió después con sus acordes. Claro después me quería colgar de un árbol. Don Abel fue una de las grandes guitarras argentinas que se hicieron un lugar en todo el mundo. En algunos países hasta se siguen sus métodos. Pasó el tiempo y fui a verlo a un teatro donde quise saber porque no tocaba nada suyo -“Porque toco Tárrega o Sagreda- me contestó-Y usted ¿se sigue acordando la letra de mi tango?”- Yo quería que me tragase la tierra… no había olvidado la anécdota.
- De los compositores que le han puesto música a sus poemas ¿tiene alguno preferido?
-A todos los poemas los he hecho con el mismo amor a nuestras tradiciones. Por ninguno tengo preferencia. Siento que dejé en ellos la más pura emoción del momento. Así Daniel Reguera, Merlo, Larralde, ArgentinoLuna, Justo Morales, Pedro Herrera o Domingo Prat por nombrarle algunos supieron encadenar sus melodías a mis poemas. Con ellos me siento hermanado en el secreto de la creación.
- Incursionó en muchos medios…
-¡Ah! Que tiempos. Trabajé muchísimo en diferentes medios con el mismo empeño de difundir nuestra cultura nacional. Cuando uno ama y conoce profundamente lo que hace es más fácil encadenar el tiempo para realizar cuanto uno se propone. Me gustaría que la juventud mire nuestros trabajos y afiance sus pasos en el folklore sin dejarse influir por todo aquello que no pertenece a nuestro patrimonio nacional.
SENDA FOLCLORICA
CARLOS Y GRACIELA ARANCIBIA
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