viernes, 14 de febrero de 2014

Los 7 pecados capitales: La Lujuria

jueves, 13 de febrero de 2014


Los 7 pecados capitales: La Lujuria

Según la definición, los pecados capitales son los vicios más comunes del hombre
 según el cristianismo católico, pero vamos a darle más "chicha" al significado...

Todos conocemos los 7 pecados capitales, según la iglesia, son vicios que tienen un
 fin excesivamente deseable, así es que me viene genial para este carnaval de los jueves,
y como no quiero seguir hablando de la iglesia, empezamos sin más dilación a darle "nuestro"
 significado a los pecados capitales. Va a ser una entrega de 7 capítulos, cada jueves,
 un pecado capital con un relato ¿qué os parece? Esta vez sí que si, rompo mi línea
 editorial como dice Mother Killer...

A partir de aquí, si sigues leyendo es porque eres mayor de 18 años y aceptas y
 eres consciente de que es un relato erótico y/o pornográfico.


Empezamos por todo lo alto con el pecado más capital...

1. La lujuria
¿Pecado mortal o placer exquisito?
Definición:
Deseos obsesivos de naturaleza sexual, incontrolables, hoy en día enfocados a los adictos
al sexo...

Relato:

Miriam era una chica dulce, recatada y con un saber estar fruto de aquella educación
 tan exquisita que le habían dado desde bien pequeña. Estudiosa y buena chica,
 nunca se salía de los cánones marcados, siempre hacía lo correcto... o eso intentaba,
 porque a veces ,sentía que no era ella,  el calor de su propio cuerpo le hacía pensar
 con aquello que no le dejaban si quiera imaginar, pero no podía pesar y soñar con eso,
 no le habían educado así.
Aquella frustración hacía que se sintiera que algo fallaba, no podía sentirse
todo el mundo así, quizás lo que le estaban enseñando no era todo lo "normal" que querían
 hacerla ver.
Así es que un día, cogió su mochila y se despidió de casa comentando que iría a estudiar
 a la biblioteca,
 pero ya sabía que en realidad, ese no era el destino de aquella tarde. Tenía que probar,
 indagar que era aquello que sentía y que con tanto ímpetu le reprimían desde que era consciente.
Y allí iba Miriam, con su faldita de tablas y cuadros, con su medias hasta la rodilla
 y aquella blusa blanca que se le ceñía sin querer al pecho, con la mochila a la espalda
y con un destino en mente: descubrir ese calor interior.















Caminó y se metió por aquellas calles tan estrechas,aquellas que siempre
le prohibieron andar, donde quisiera o no, el roce con el de al lado era inevitable,
 un roce que al principio evitaba pero que no entendía por qué, le hacía subir la temperatura,
 su corazón latía deprisa, la respiración se aceleraba, por lo que dejó
 de importarle esos roces, de hecho, se descubrió que era ella los que acababa buscándolos,
 se dejaba rozar..
De pronto se paró ante un local, el nombre le había llamado la atención:
 "La Lujuria de Eva" .
Sus piernas andaron solas y se encontró dentro, rodeada de una penumbra misteriosa,
 oía voces, pero no terminaba de enfocar las caras de los que allí estaban, se dirigió
hacia la barra y un camarero apareció, pero no era el camarero que ella esperaba,
 apareció un chico joven, apuesto, con una dulce sonrisa y con camisa color burdeos,
 sutilmente desabrochada y pantalón de pinzas negro.


Se sonrojó al verle y bajó la mirada, pero sus ojos la traicionaron y empezaron a mirarle
 por el rabillo del ojo, y veía como el la sonreía, consciente de su inocencia:

- Hola!, ¿quieres tomar algo?
- ehh..no..si, bueno..si ..esto
- No te había visto nunca por aquí, ¿es la primera vez que vienes no?
- Si...bueno..es que..
- ¿Quieres que te sirva algo....mmm...te llamas??
- Miriam, me llamo Miriam

Observó aquellos ojos verdes, brillantes acordes a una boca perfectamente dibujada,
con labios carnosos. El cuerpo era simétrico, marcado, pero sin exageraciones y no podía
 dejar de mirarlo.
Notaba como sus mejillas se sonrosaban y como aquel calor volvía a su cuerpo, ese calor,
 que subía por las piernas hasta la cabeza, concentrándose en un sitio,
 haciendo que sus fantasías, esas que no estaban permitidas siquiera soñar, volviesen a su cabeza..
Pero ¿dónde había quedado ese rubor del principio?,¿por qué no podía quitarle los ojos de encima?
 ¿se daría cuenta de lo indiscreta que estaba siendo?

- Si, voy a querer un batido (¿un batido? pero en qué estaba pensando??)
- ¿Un batido?- y esbozó una pícara sonrisa que hizo que todo el cuerpo de
 Miriam tuviese un escalofrío.
- Ehmmm...si...- dijo con voz suave, apenas inaudible.

El camarero se alejó durante unos segundos al final de la barra para coger lo que
Miriam le había pedido, y mientras ella le miraba, descaradamente, no podía quitarle
 los ojos de encima, su cuerpo estaba teniendo una tremenda lucha, este chico le estaba
despertando todas las sensaciones prohibidas, aquellos deseos y sueños que noche
tras noche tenía y que se castigaba por ello.
"No te están educando para eso", pensaba,  pero el deseo crecía más y más cada día,
 y hoy, en ese local, iba a desatar sus sueños...

Se sobresaltó cuando el camarero le puso el vaso delante,
 motivo por el cuál , éste sonrió de lado y siguió preguntándola.

- Así es que Miriam... ¿y que hace una chica como tu por aquí?
- Bueno, yo es que iba a estudiar..  me despisté y..
- ¿A estudiar?, que interesante... - dijo mientras apoyaba los brazos sobre la barra,
quedando a escasos centímetros de ella.
- Si, pero, creo que me perdí- dijo con una ligera caída de ojos.
El calor hizo que Miriam inconscientemente, se airease la camisa , y que aquel
 camarero que apenas estaba a unos centímetros de ella aprovechase para
 robarle unos centímetros más de aquella piel que parecía tan suave y tersa...
- Perdida...mmm, ¿si quieres te ayudo a encontrar tu camino?

Y ese calor interno de repente se elevó aún más, su corazón latía fuerte,
acompasado a la respiración, y en el estómago sentía un nudo,
 notaba que algo húmedo la estaba invadiendo, pero no le desagradaba,
 le gustaba esa sensación.

- Ayúdame...- dijo mirándole fijamente a los ojos.













El camarero salió de detrás de la barra y llegó hasta ella, ahora ya no había nada entre ellos,
 estaban muy cerca, le paso el brazo por detrás  y la empujó hacia el, sintiendo su abultado
 miembro contra su cuerpo. De repente olvidó donde estaba, no era consciente que había más
 gente en aquel local, en realidad le daba igual quién estuviese, solo podía verlo a él,
las sensaciones la inundaban, quería dejarse llevar.
Él la sujetó la nuca y la besó, metió su lengua con fuerza intentando descubrir cada
rincón de aquella boca y ella hizo lo mismo.

Él la alzó casi sin esfuerzo encima de la barra, le separó las piernas y le apartó la
 faldita de tablas, dejando al descubierto
 aquellas braguitas blancas pero visiblemente mojadas, la miró con una sonrisa
y con su mano apartó de lado aquella prenda y le introdujo el dedo.
 Miriam se inclinó hacia atrás, sintiendo como los dedos entraban y salían mientra
 aquel camarero la besaba el cuello y la boca. Apoyando sus manos en la
 barra para acompasar el movimiento de sus dedos y, soltando gemidos deseosos de más.

Le desabrochó aquella camisa blanca dejando ver el sujetador de encaje blanco a
 juego con las braguitas, pero no se molestó en quitarlo, sacó sus pechos de ahí
 y los chupó y lamió sin compasión.
Sentía tan climax en aquel momento que no fue consciente que tenía testigos
 de aquel encuentro, y que aquellos testigos estaban contagiándose por la escena
y daban rienda suelta a sus pasiones creándose una atmósfera de sexo sin pudor
 ni tapujos, parejas,
 tríos, todos sintiendo el deseo mutuo.

El camarero se quitó la ropa, dejando al descubierto su miembro duro y con ganas de
penetrarla cogió a Miriam en volandas, dejándola caer e introduciendo su pene en aquella
 vagina húmeda y deseosa de placer.
Miriam soltó un suspiro y sintió que su cuerpo se inundaba de sensaciones,
 sensaciones que nunca había tenido y que siempre quiso experimentar.
Sacudidas fuertes, la hacían elevarse hasta el cielo, lentas y rítmicas le hacían
 disfrutar de ellas.
Y en pleno éxtasis, se tiraron al suelo, ella sobre el cabalgando, abrió lo ojos y
 delante de ella varias personas  les miraban y se tocaban, se penetraban y se lamían,
ella como musa de todo el local, sintió cada centímetro de su piel deseado y deseó
a su vez ser tocada por todos, y así fue, mientras cabalgaba unas manos vinieron por detrás
 y la sujetaron los pechos, otras manos  recorrían todas sus curvas terminando
 en su clítoris abultado dando el colofón final a un orgasmo que la hizo soltar un grito.
 Se dejó caer sobre el, sobre ese camarero atractivo que había conocido hacía poco y
del cuál no sabía siquiera su nombre, pero le daba igual, su cuerpo aún estaba
recuperándose cuando la levantaron y la pusieron a cuatro patas, un pene erguido y duro
 a apreció ante ella y sin pensarlo,
 se lo introdujo en la boca, envolviendo cada centímetro de el.
A su vez, sintió como un líquido denso, templado y suave caía sobre su culo,
 y lo extendían por su ano, y notó como la penetraban, primero despacio...
y después cuando hubo entrado bien, ya no hubo compasión, no podía decir nada,
no quería decir nada, le gustaba ,así es que siguió chupando aquel pene que tenía ante ella
  mientras otras manos frotaban estratégicamente su clítoris hasta llegar a otro magnífico orgasmo...

- Miriam, Miriam...despierta- vamos a cerrar la biblioteca...

de http://www.historiasdepitufines.com/

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