Aunque no tengo que dar explicaciones, quiero compartir esto
con ustedes, y deseando lo tomen como mi experiencia personal, sin intenciones
de incitar a nadie a seguir mi conducta, ni tampoco discriminando, desalentando
o menospreciando, a quienes siguen una religión, monoteísta o politeísta, sino
permitiéndome un consejo para los que tienen esa postura, aunque parezca una
insolencia de mi parte, en este sentido: Quien crea, profese, o predique una
doctrina cualquiera relacionada con las religiones, que realmente viva esa
religión con el corazón, más allá de los ritos, que son secundarios.
Nací en un hogar cristiano, por lo cual, teniendo 48 horas
de existencia, me bautizaron en la iglesia Católica, Apostólica y Romana. Me
pusieron por nombre principal el mismo que llevaba mi padre, y como segundo
apelativo, me tocó el de Celso, por dos motivos: el cura párroco se llamaba así
y nací el día después de la veneración de San Celso. Como casi todos los descendientes de
inmigrantes, fundadores de Avellaneda, traían esa fe muy arraigada. Los
inmigrantes, en plena selva chaqueña, antes de construir sus viviendas,
edificaron el templo –un racho de barro techado con paja- y luego se dedicaron a satisfacer sus
necesidades de mínima supervivencia.
Esto se fue transmitiendo de generación en generación, y mis
padres eran devotos y practicantes católicos, y de allí su decisión de
bautizarme. El entorno también era religioso, y aunque existía la escuela
pública, en la esquina en diagonal frente a mi casa, me enviaron a un colegio
privado religioso, primero de monjas, pero al pasar al segundo grado, tenía que
cambiar, porque no admitían la educación mixta en ese tiempo, así que pasé al
colegio de los curas.
La educación escolar, incluía por supuesto a la asignatura Religión, y estaba todo relacionado: de allí pasar a ser monaguillo (acólito que ayuda al sacerdote en los oficios religiosos), y luego a seminarista, en la localidad de Fátima, cercana a la ciudad de Pilar, a casi unos 800 kilómetros de Avellaneda, para ser uno como ellos, y dándoles así el orgullo a mis padres de tener un hijo cura, aunque mi madre tenía algo de miedo, porque en esa época, la dirigencia política tenía algunos enfrentamientos con los clérigos, produciéndose el incendio de algunas iglesias, en la ciudad de Buenos Aires. Por decisión propia, y provocando el enojo de mi madre, estuve solamente tres años como pupilo en el seminario, mientras cursaba la enseñanza media, que luego terminé en un Instituto de acá, que no dejaba de ser de orientación católica, pero que admitía alumnos de ambos sexos.
Poco a poco, fui alejándome de las prácticas religiosas,
aunque siempre me interesó todo lo relacionado con las religiones,
convirtiéndome en un estudioso de la Biblia, que es el libro más editado,
publicado y traducido del mundo, y no como lamentablemente leí por acá, la deplorable
expresión, “un simple libro choto conocido como La Biblia”. La Biblia, es un
compendio de libros, escritos desde hace unos dos mil años antes del nacimiento
de Jesús, y hasta unos cien años de esta era. El Antiguo Testamento, comprende
libros históricos, dirigidos al pueblo hebreo, luego judío, y contiene relatos
historiográficos, adornados con varios poemas alegóricos, como por ejemplo, el
de la creación del mundo y del hombre mismo, inspirados en leyendas de
civilizaciones que circundaban al pueblo elegido y que generalmente adoraban a
varios dioses. Estos escritos, tenían por fundamento, acrecentar la fe de los
judíos, haciendo responsable a su único dios, como creador de todo lo existente
y reglar una serie de disposiciones, que se le atribuyen a Moisés, que todavía
hoy, los judíos ortodoxos observan. Muchas de ellas, como por ejemplo la
prohibición de comer carne de cerdo, definiendo a este animal como impuro,
tenían que ver con cuestiones de profilaxis e higiene. Otras, eran para
apartarlos de las atracciones que ofrecían las religiones de los pueblos
vecinos.
Luego están los libros proféticos, donde iluminados que
aparecían generalmente en momentos difíciles del pueblo de Israel, decían
hablar por boca de Dios, presagiando grandes catástrofes, pero por sobre todo,
indicando a la nación, el comportamiento que debían seguir, para mantener su
unidad, su expansión, y a quienes tenían que perseguir, contra quienes tenían
que hacer la guerra , y quienes debían ser sus jefes a lo largo de la historia;
primero fueron los Jueces, y luego los Reyes, aunque otros personajes, sin ser
lo uno ni lo otro, se destacan por sus habilidades guerreras u otras
manifestaciones de su carácter o su profunda fe en el único dios.
También contiene esta parte de la Biblia, los libros
sapienciales, que sirven a cualquier humano dispuesto a leerlos, ya que
contiene proverbios, exhortaciones, poemas, salmos, y ejemplos de vida en sumisión
al dios todopoderoso.
El Nuevo Testamento, contiene los libros escritos, después
del nacimiento de Jesús. ¿Quién fue Jesús? Históricamente, efectivamente
existió. Jesús -Yeshúa (nombre común en la época)- de Nazaret), nacido en
Belén, lo que es un símbolo teológico que resalta la ascendencia del Rey
David (probablemente entre el 6 y el 4
AC) durante el reinado de Augusto (37 aC a 14 dC), en vida de Herodes el
Grande. Sus padres fueron José y María. Sus hermanos Santiago, José, Judas,
Simón.... y también tuvo hermanas. Hablaba arameo
(materna) y hebreo (sinagoga), quizás algo de griego (hablado por comerciantes)
y, menos probable, latín (hablado por funcionarios romanos). Su estado civil
era: soltero, elegido voluntariamente. (En su época se consideraba al
matrimonio como una bendición de Dios, por lo que todos se casaban, excepto los
esenios). Su religión era la judía
(un judío marginal). Laico, no sacerdote. Por eso tuvo varios enfrentamientos
con los Fariseos, clase social dominante tanto política como religiosamente.
Del mismo modo los tuvo con los Saduceos,
pero por otras cuestiones.
PROBABLE ASPECTO DEL JESÚS HISTÓRICO
UNA DE LAS TANTAS IMÁGENES MEDIEVALES O RENANCENTISTAS
Sabe leer (lee la
Sagrada Escritura), pero nunca escribió nada. Probablemente aprendió en la
familia y en la sinagoga de Nazaret. En la época solo leían y escribían los
escribas (élite intelectual). Trabajo: quizás
carpintero-albañil (puertas, ventanas, muebles domésticos...), manejo de
herramientas. Miembro de una sociedad rural, de vida modesta, como el 90% de la
población.
Jesús
tuvo amigos, como todo ser humano, y vivió con ellos en sus casas. Cuando
estaba en Cafarnaúm habitaba la casa de la familia de Pedro, en la que ocupaba
siempre la misma habitación. Tras su muerte, en ella se han ido construyendo
sucesivas iglesias y basílicas. También cuando iba a Betania acudía a casa de
Lázaro, Marta y María.
Se relacionó con
sus apóstoles y discípulos, que le seguían a todas partes y vivían de
forma itinerante, con mucha gente corriente, especialmente los marginados
(mujeres, ancianos y ancianas, niños y niñas, pobres, enfermos... todos los
excluidos de aquella sociedad), con algunos ricos (Zaqueo...), con adversarios (fariseos,
saduceos, sacerdotes del templo...), con su familia y también con
la autoridad al final de sus días.
Tras su bautismo en
el río Jordán por Juan el Bautista, hecho
que significó un cambio profundo en su vida, comenzó su vida pública,
predicando la llegada del Reino y haciendo curaciones.Predicó el Reino o
Reinado de Dios como buena noticia para los excluidos y lo mostró con sus
palabras y su forma de vida
Relató a través de
parábolas los valores del Reino (contravalores en aquella sociedad y también en
la nuestra). Se retiró frecuentemente a orar, en silencio, algunas veces
acompañado por sus amigos más íntimos. Realizó sanaciones y devolvió la dignidad
a los enfermos. Comió muchas veces con gente de "mala reputación"
(publicanos, pecadores, putas...)
Expulsó a los
mercaderes del Templo. Superó la Ley de Moisés porque el hombre estaba por
encima de ella: curaba en sábado, no ayunaba, no ofrecía sacrificios en el
Templo...
Jesús murió
crucificado en Jerusalén, en un patíbulo romano, tras un juicio romano y una
sentencia romana en la que también participaron las autoridades judías
(sacerdotes). ¿Por qué lo mataron? Por su forma de vida, por lo que hizo y
dijo.
Jesús aparece en
repetidas ocasiones en obras de escritores romanos como Tácito, Suetonio, Flavio Josefo y Plinio el
Joven. The New
Encyclopedia Britannica (1995) afirma: «Estos
relatos independientes demuestran que en la antigüedad ni siquiera los
opositores del cristianismo dudaron de la historicidad de Jesús, que comenzó a
ponerse en tela de juicio, sin base alguna, a finales del siglo XVIII, a lo
largo del XIX y a principios del XX».
Desde mi punto de
vista fue el más grande de los Profetas, y sus enseñanzas tienen vigencia para
cualquier ser humano, independientemente de la religión que profese o no.
Siguiendo con la Biblia, en el Nuevo Testamento, están los cuatro evangelios
(palabra que significa buena noticia), y que de ninguna manera son una historia
de Jesús, sino un compendio de sus dichos y sus obras, contado por dos de sus
apóstoles, Mateo y Juan, y también por Marcos (discípulo de Pedro) y por Lucas,
un griego instruido que lo escribe especialmente para su pueblo originario.
Mateo en cambio, se dirige a sus conciudadanos Judíos, haciendo referencia a
todas las profecías, que fueron anunciadas acerca del Mesías, y que se van
cumpliendo a medida que transcurre la vida de Jesús.
Su error fue haberse
autoproclamado, Hijo de Dios, y Rey de los Judíos. Esto le costó la vida, en
una terrible sucesión de tormentos, al estilo romano, reservado para
delincuentes comunes, y ante la exigencia de los líderes fariseos que clamaban
por su crucifixión, y como no la podían concretar por sus medios, tuvieron que
recurrir al Procurador romano, Poncio Pilatos, personaje de indudable
existencia histórica.
Los judíos esperaban
un Mesías, pero poderoso, un verdadero Rey, que los librara de la ocupación
romana, y no un vago, con apariencia de hippie y que para ellos decía cosas
absurdas o blasfemaba contra su verdadero dios. Todavía lo están esperando.
Más adelante volveré
sobre el tema…
febrero de 2014
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